Diplomático y dramaturgo, Jean Giraudoux sabía bien que el derecho es la escuela más fuerte de la imaginación y que no hay poeta que haya interpretado la naturaleza tan libremente como un jurista lo hace con la realidad. Las problemáticas sociales requieren de propuestas imaginativas para su solución; de interpretaciones prudentes de la realidad, pero también de explicaciones atrevivas. El discurso de los juristas no puede permanecer en silencio. Cada crisis internacional, ya sea económica, monetaria, humanitaria, o de cualquier otra índole, exige reflexiones y soluciones prontas. Por ello necesitamos mapas, es decir, rutas específicas que nos ayuden a encontrar las mejores soluciones en el menor tiempo posibles. Urge, otra vez, llegar a los puertos que se conviertan en espacios para seguir ensayando nuestras utopías.